Sin embargo, el caos de esa ciudad los aturdió y prefirieron trasladarse más cerca del mar. Con la intención de ahorrar la mayor cantidad de dinero posible y aprovechar las ofertas, decidieron pasar la noche en el vehículo. Trasnochados y algo cansados al día siguiente, fueron a recargar fuerzas en el bar de una estación de servicio. La idea era desayunar, después visitar algunos centros comerciales y finalmente partir.
Dejaron el auto estacionado a la vista. Mientras tomaban café con leche y comían medialunas prestaban atención a sus celulares para comunicarles a familiares que todo marchaba como estaba previsto. Atentos a los mensajes, descuidaron la mirada y cuando volvieron a levantarla el Peugeot ya no estaba. Tenía puesta la alarma y llave codificada, pero no fueron suficientes.
Los delincuentes evadieron estos dispositivos y tras romper uno de los vidrios, abrieron el coche y se lo llevaron sin dejar ninguna huella. "No crean que Chile es mejor. Es igual o peor que acá, te están esperando, te quieren engañar, te roban peor que acá y la sensación de vacío y soledad que te queda no se compara con nada", manifestó Spinelli.
La burocracia
Según contó esta pareja, ese fue sólo el comienzo de la pesadilla que les tocó vivir. Es que llamaron a los carabineros y estos llegaron después de una hora. Les tomaron la denuncia y no les ofrecieron más nada. "Quedamos desamparados, pero nos brindaron ayuda dos mendocinos, Carlos y Romina, que habían ido a participar en la maratón internacional. Sin ellos no estaríamos acá", dijeron.
"Nos llevaron a todos lados, nos brindaron su apoyo y lo que necesitábamos, nos trajeron de vuelta a nuestras casas, y para ellos no tenemos palabras de agradecimiento", expresaron, y explicaron que el mayor inconveniente que tuvieron que atravesar fue conseguir la forma de que les permitieran pasar nuevamente la frontera, porque no tenían documentos, ni las visas, ni dinero.
"Cuando contamos lo que nos había pasado en la Embajada argentina en Chile no les importó si teníamos dónde dormir, comida o si estábamos bien. Nos pidieron tres fotos carnet con fondo blanco y $40.000 chilenos en efectivo ($910 argentinos) para hacer los trámites. No aceptaban débito, ni crédito, ni plata de Argentina, ni transferencias", describió Spinelli.
Luego precisó que en la Embajada cobran $13.000 chilenos ($295 argentinos) para hacer el pasaporte y $26.000 chilenos ($590 argentinos) por abrir el sistema un domingo. "La idea de amparo, ayuda y contención es ficticia. Sólo te brindan un teléfono para que llamés a tu familia y que te giren plata a nombre de la institución porque vos no la podés recibir, obvió ", dijo.
"No hay presupuesto que diga ayuda al exterior. Nosotros no financiamos vacaciones" fueron algunas de las ironías con las que fueron tratados estos mendocinos, contaron ellos, molestos por el trato que recibieron en una situación que vivieron como extrema. "El Consulado sólo está para hacerte este papel y que vos podás volver al país, nada más" fue otras de las cosas que les dijeron.
En el medio de la tormenta, Federico y Aixa recibieron también la ayuda incondicional de Andrea Paz, la empleada de la tienda que les vendió el celular y que compraron con lo que les quedaba en los bolsillos, para comunicarse con la Embajada y hacer el pasaporte. Describen que la mujer los vio tan desesperados, angustiados y mal que les ofreció su casa para pasar la noche.
"Al principio nos pareció muy raro y dudamos pero finalmente aceptamos la invitación porque no nos quedaba otra opción. La pareja que nos trajo de vuelta a Mendoza nos ofreció el auto para dormir pero necesitábamos descansar mejor. Esa chica resultó ser un ángel en todo este infierno", dijo Spinelli, y aconsejó a los que viajen a Chile: "Sean precavidos y estén alerta siempre".
Fuente: Diario Uno