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Aquella misteriosa noche en el cementerio de Zonda cuando abrieron un cajón por ruidos extraños

Los sepulcros guardan su historia. Podrían relatarse mil pero no todas pueden ser corroboradas por testigos presenciales. Ésta es una nota que describe un hecho real ocurrido hace 15 años. La Policía, Bomberos, la Justicia y la Iglesia, presentes para develar una intriga. 

Hace 15 años se vivió un hecho sin precedentes en la provincia que tuvo lugar en el viejo cementerio de Zonda. Una tarde como tantas otras, el secretario de gobierno de la gestión de Carlos Oyola, caminaba por el lugar cuando un grupo de panteoneros se acercó para contarle lo que estaba ocurriendo. No eran ladrones, ni borrachos los que generaron alboroto. Era un ataúd colocado en el nicho dos días antes, el que hacía erizar la piel. Había ruidos, se escuchaban golpes que provenían de su interior. Los panteoneros mostraron su preocupación y de inmediato la historia pasó a manos de la Policía.

Corroborando que algo estaba ocurriendo, los detectives comenzaron a indagar con profesionales forenses y aficionados cuál podría ser la causa del misterio escalofriante. Eran la medianoche de un domingo, cuando se tomó la decisión de pedir la intervención de la Justicia; porque hasta ese momento nadie supo explicar lo que estaba ocurriendo.

Si uno preguntaba algo, se escuchaban golpes como respuesta a esas preguntas. Cuando la jueza ordenó la apertura del féretro en el lugar estuvieron todas las áreas competentes: Policía, Bomberos, su Señoría, médicos forenses y los familiares del difunto; un hombre de avanzada edad que había muerto producto de una enfermedad terminal (se reserva su identidad). Pero además, se contó con la presencia de un sacerdote a quien llamaron por si se necesitaba de una bendición especial. Es que una de las hipótesis que se manejó en ese momento hablaba de una “fuerza superior”: algo raro que quizás no podía ser resuelto por personas comunes y corrientes.

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“Fue tétrico porque nadie sabía si era cierto. El sacerdote nos acompañó por si era otra cosa”, relató un testigo presencial a sanjuan8.com. El misterio y la incertidumbre que se vivió esa noche forma parte de un recuerdo imborrable. “Alrededor de las 2 de la madrugada, bomberos abrió el cajón. No todos se acercaban a mirar; el olor era nauseabundo porque el cuerpo estaba en avanzado estado de descomposición”, aseguró.

Poco se veía por la escasa luz del cementerio pero se pudo comprobar que el cuerpo del occiso formaba parte del proceso de putrefacción acorde al tiempo de su fallecimiento. ¿Pero entonces, de qué se trataban los ruidos provenientes del cajón?

Hay una explicación científica para este fenómeno.  Los gases que son liberados por el cuerpo –que comienza la descomposición- provocan que las válvulas que contienen formol generen una especial de ruido similar al de un golpe. Este “ruido” es sistemático y, en este caso, se realizaba cada 12 segundos, tiempo suficiente para plantear una pregunta o un pedido tal como: “Si necesitas ayuda, respondé con un golpe”.

Otro efecto químico que se produce en la caja de zinc es el de las burbujas compuestas por líquidos del cadáver que al explotar, en el “eco” que genera el vacío del féretro, provocan ruidos similares al del “llanto” o “la queja” de una persona.

La ciencia vs las creencias. Un misterio que enciende el debate, la discusión y la duda.

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