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A días de la Semana Santa, los pescadores pasan por su peor momento

Las crecidas por las intensas lluvias provocó crisis en la época del año en la que más trabajan y durante la cual -por ese mismo motivo- mejor les pagan las piezas los mayoristas.  

Los pescadores artesanales de la costa argentina están atravesando un momento delicado. Las duras tormentas del verano y el caudal excepcional de los ríos dañaron canoas, motores y redes, una complicación mayor a la que se sumó la fuerte suba que sufrieron los insumos que utilizan para trabajar como el hilo, la soga y el combustible.

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Este combo explotó además a pocos días de festejarse la Semana Santa, la época del año en la que más trabajan ya que se dispara la demanda de pescado, y durante la cual —por ese mismo motivo— mejor les pagan las piezas los mayoristas.

La delicada coyuntura fue puesta de relieve por Julián Aguilar, presidente de la Asociación de Pescadores de El Espinillo, quien contó que las lluvias acompañadas de fuertes vientos que castigaron a la ciudad durante enero y febrero, provocaron destrozos importantes en embarcaciones, motores y redes, todos elementos con valores muy elevados de reposición o arreglo.

A eso se sumó que el pico de la crecida de mediados de enero vino acompañado de contingentes enormes de camalotes y ramas flotando en el río, lo cuál también generó destrozos en los hilos de las redes, o directamente las arrastró por la propia fuerza del agua.

Esto originó que los pescadores entraran en contacto tanto con los gobiernos de las provincias afectadas con la idea de encontrar canales de financiamiento accesibles para poder volver a equiparse y salir a trabajar en las mejores condiciones en una época crítica, como son las semanas anteriores a la celebración de la pascua.

Como resultado de esas gestiones, destinarán un crédito rotatorio de 350 mil pesos destinado a ayudar a unas 15 familias de pescadores pertenecientes a esa asociación para capear el mal momento.

Así lo confirmó Aníbal Masapelle, director de Proyectos Productivos de la Secretaría de Economía Social desde donde ayudarán a ejecutar el crédito desde lo administrativo a pedido de la propia asociación.

“Con los trabajadores de El Espinillo tenemos una relación que viene de hace tiempo, de un viejo programa de pesca. La idea es ayudar a que el crédito se ejecute sin problemas y brindar asesoramiento si hace falta”, contó el funcionario.

En realidad, se les otorgará el monto total a la asociación, que a su vez la repartirá entre sus integrantes en función de las urgencias y necesidades de cada familia. El dinero será devuelto en 24 cuotas sin interés, y a medida que se realicen los reintegros desde la propia asociación podrán volver a hacer circular ese dinero hacia otros pescadores con apremios financieros.

 “Estuvimos yendo todas las semanas a la isla a ver la situación de las familias y realmente la crecida los está complicando, muchos además de pescar hacen changas de fin de semana en las casas; y al estar todo bajo agua, ese trabajo también se paró. Están muy preocupados”, agregó Masapelle.

Inflación para todos. Pero además de las contingencias del clima, y como pasa en todos los ámbitos, la inflación feroz de los últimos meses provocó que los costos que estos trabajadores enfrentan a diario subieran de manera exponencial.

Aguilar relató que el hilo que se usa para tejer las redes pasó de 270 pesos el kilo a 470 pesos, la soga que costaba 103 pesos el kilo ahora cuesta 180, y el precio de las boyas —cuyo costo era de 5,40 pesos— trepó hasta los 10 pesos.

Otro rubro sensible es el de los combustibles, con subas que superan el 15% desde principios de año para las naftas, y el aceite, que pasó de 80 pesos el litro a 160 pesos.

“Se nos hace muy difícil afrontar esto, porque por supuesto no se puede trasladar las subas de manera automática a los precios de venta del pescado, porque así no compra nadie. Estamos en una situación crítica”, explicó el referente de El Espinillo.